El gasolinazo fue un intento de enderezar la insostenible política económica fundada en subvenciones, que tan caras son a las mentes de izquierda, y que eventualmente son también perversamente utilizadas para beneficio de los más ricos.
Naturalmente como los del Gobierno se habían pasado casi cinco años siguiendo las normas legadas por el difunto general, al momento de tratar de enmendar el pecado antineoliberal del antiguo régimen casi se fueron por el caño.